Los cambios sociales y tecnológicos,
han suscitado cambios relevantes en el mundo laboral y, en la generación y
desarrollo de los procesos productivos. Estas transformaciones han sufrido
necesariamente modificaciones en la naturaleza y funciones de las actividades
productivas y, en las competencias que deben poseer los trabajadores para
responder a las demandas que exige el mundo de la producción y de los servicios
para alcanzar los niveles de productividad, rendimiento y eficacia requeridos
por los mercados nacionales e internacionales.
Ante esta realidad, se establecen
reformas educativas para abrir nuevas vías de desarrollo industrial y social,
como un proceso destinado a ofrecer la oportunidad de formar al individuo, para
la adquisición de conocimientos, habilidades, destrezas. A través de un
procedimiento educativo se aplican técnicas que tendientes a promover diversos
aprendizajes y a estimular su capacitación acorde con los cambios tecnológicos
y exigencias actuales.
Según Cejas M.
“El proceso de formación desde
cualquier ángulo es complejo tiene múltiples dimensiones y es un proceso que se
ha ido valorando desde diferentes términos y disciplinas,…; Su dimensión es de
tal magnitud que puede interpretarse como entrenamiento, adiestramiento,
instrucción, desarrollo, cualificación, educación.”
Es por ello, que la actividad
formativa, a nivel de las organizaciones, tiene un determinado protagonismo,
que la lleva a considerarse como un factor clave, ya que agrega valor al trabajo a través de sus trabajadores y Permite re definir los puestos de
trabajo y el desempeño de las nuevas ocupaciones en el marco de la negociación
colectiva,también Facilita al trabajador una base
profesional más amplia, haciendo aparecer en él elementos como la iniciativa y
la creatividad o la capacidad de adaptación. La empresa cuenta así con un
instrumento versátil, e idóneo para que el trabajador participe en todas las estrategias Visto esto, los procesos formativos no
pueden ignorar que el trabajo, es el resultado de la aplicación
de principios científicos, cuyas acciones se dirigen exclusivamente al
desarrollo de habilidades y al aprendizaje de conocimientos propios de una
situación de trabajo específica. En consecuencia, sin la comprensión de los
fundamentos científicos y tecnológicos, la formación resultaría un simple
adiestramiento que no configuraría una competencia laboral pertinente.
Aunque, la formación supone además, el
dominio integral de un campo ocupacional, la apropiación de un saber
tecnológico y la reelaboración de una cultura del trabajo.
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